No todos los videojuegos están pensados para el público infantil; es más, la gran mayoría pueden contener material que los haga inapropiados para alguna edad en concreto. Con esta preocupación bajo el brazo, la ISFE, un organismo comercial paneuropeo de fabricantes de consolas, editores y desarrolladores de juegos interactivos, propuso en el año 2003 el sencillo código a base de iconos para que los padres pudieran controlar el contenido de los juegos que adquirían.
Aun así, las administraciones públicas de toda Europa están cada vez más preocupadas por la incidencia de los videojuegos en problemas de acoso escolar o violencia juvenil, una preocupación a priori lógica que, sin embargo, viene a deslucir muchas de las bondades que se derivan del uso de los juegos, como el compañerismo, la superación personal o el desarrollo de la imaginación, efectos positivos que llevan incluso a reforzar los lazos familiares, como revela un estudio de la productora PopCap Games de Estados Unidos.
miércoles, 21 de octubre de 2009
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